Título: Oficio de Búhos
Autor: Liliana Bodoc
Editorial: SUMA
Oficio de Búhos ocupa el cuarto volumen de la Saga de los Confines de Liliana Bodoc que hablé con anterioridad. No sabía cuando leía los primeros tres tomos de la existencia de éste, y cuando terminé de leerlos me encontré con sentimientos encontrados respecto al mismo. Dejé pasar el tiempo hasta que un día me fue urgente reencontrarme con quienes había dejado en las Tierras Fértiles, y entré a desesperar. A veces el universo sonríe, y un amigo de corazón enorme me sorprendió con este presente.
Oficio de Búhos es un compilado de cuentos sobre lo ocurrido después y antes de los acontecimientos que se narran en La Saga de los Confines. Un total de 29 cuentos nos vuelven al fantástico mundo de Bodoc, cuentos que más que dejar en claro acontecimientos, como lo pudieran hacer algunos apéndices, buscan reconfortar el corazón del lector que quería saber más o simplemente no se quería desprender tan fácilmente de los personajes que acompañó por tres libros.
En cuanto a escritura, qué decir que no haya dicho anteriormente de la Bodoc, impecable como siempre, con el equilibrio perfecto entre fantasía y realidad. Posiblemente, al menos esta lectora, en este libro se pueden leer un poco más ideologías que en los anteriores se detectaban suavemente. Constantemente se está en contacto con revueltas de los más débiles contra los poderosos, y se afianza más las diferencias que ya habíamos visto entre los Señores del Sol y los husihuilkes, unos ostentosos y codiciosos, otros entregados a la naturaleza.
Quince años transcurrieron desde que lograron vencer a los sideresios y los pueblos de las Tierras Fértiles se encuentran en constante reconstrucción de lo que habían perdido. Cada pueblo debe rearmar su tradición, destruida por el paso de los invasores. Comenzando con los husihuilkes, quienes vuelven a su vida en Los Confines, junto a sus brujos (recordando con tanto pesar que dos de ellos ya no los acompañan) y a las tradiciones a las que tanto se aferraron.
Por su lado, los Señores del Sol deben reconstruir su ciudad, su tradición y aprender a vivir bajo un nuevo juego, las casas rivales se unieron y de ello surgió un príncipe más gobernado que gobernante. A pesar de haber unido las casas, de haberse unido al pueblo, los Señores del Sol no logran perder sus costumbres y les resulta imposible mantenerse en un nuevo modelo.
En cuanto al pueblo zitzahay, tras la partida de los Supremos Astrónomos y parte del pueblo a otro Tiempo, se convierten en un pueblo invisible, se ocultan en la selva y se convierten en uno solo, para ser olvidados, o no.
Al otro lado del Yentru nos encontramos con las revuelta de los hermanos Vara y Aro, tan diferentes como iguales. Vara decide dedicar su entera vida a la revolución, entregando todo de ella, siguiendo las enseñanzas del Recinto. Aro trabaja diferente, se une a su gente, y de esa manera busca hacer la revuelta.
Además, Bodoc nos presenta acontecimientos que ocurrieron en las Tierras Antiguas en el momento en que Misáianes empieza a tomar control de ellas. Cómo vence a las nuberas, a los hombre de mar, y de esa manera esparce la oscurridad por el territorio.
Considero este libro como una caricia a quien extrañaba la compañía de estos personajes. Entre sus páginas vuelve a aparecer Kupuka, el más amado, Welenkín junto a Wilkilén, cuya historia, en lo particular me dio una tranquilidad que necesitaba. Vuelve Kume, el hermoso, aunque con otro nombre, y tenemos un hermoso momento junto a Cucub, que nunca deja de estar más arriba que su altura.
-Dime Vieja Kush, ¿por qué pides por el zitzahay lo que no pediste por nadie?
-Será porque ese pequeño es capaz de sostener a muchos aun cuando soplen los vientos más adversos. Será porque a los husihuilkes les hacen falta sus dones de artista. Luego -agregó la anciana sin declinar su sonrisa-, luego crecerán las Muecas y Cucub estará repetido. Entonces podrás traerlo aquí para que nos cuente sus historias.
Aunque es un libro que deja con un sentimiento de sed, de ganas de más, logra cubrir un poco el deseo de conocer un poco más, de caminar un poco más por los Confines, sentir los tambores de Kupuka, caminar junto al Padrecito y llorar al lado de Welenkín. Nos trae de nuevo a un personaje que se había ido, quien nos facilita todas estas historias, Nakín de los Búhos, y nos reconforta al saber que no hay nuevos invasores en las Tierras Fértiles. Es tan solo un poco de agua para saciar la sed.